Cuando una situación se ha dedicado completamente a la verdad, la paz es inevitable. UCDM

Cierra los ojos y centra la atención en tu respiración. Inspira fácilmente y sin esfuerzo, luego suelta el aire lentamente mientras dejas salir cualquier tensión de tu cuerpo. Vuelve a inspirar e imagina que una luz blanca entra por tus fosas nasales con cada respiración y que al expirar esa luz se va extendiendo hasta rodearte por completo. Inspira esa luz y al expirar nota como esa luz se va extendiendo, ocupando todo el espacio. Sigue respirando y permite que la luz siga extendiéndose hasta tener la sensación de desaparecer en esa luz.

Ahora estás bañado por esa luz cálida y amorosa.

Imagina o trae a tu conciencia alguna situación que te preocupe en este momento.

Date cuenta de tus pensamientos acerca de esta situación. ¿Qué te gustaría que fuese diferente? ¿Qué crees que tendrías si esta situación se adaptase a tus deseos? Se honesto, no trates de ser espiritual, saca a la luz el deseo de tu corazón con respecto a esta situación y tus creencias.

Coge papel y lápiz y escribe todo. No lo hagas mentalmente, saca esos pensamientos a la luz a medida que los vuelcas en el papel.

Hazlo ahora, deja de leer y tómate el tiempo de poner en el papel cual es tu deseo y cuales son tus expectativas con respecto a esta situación. Puede que notes que tienes más de un deseo, escríbelo todo.

Una vez hayas terminado vuelve a cerrar los ojos y enfócate de nuevo en la luz. Toma una o dos respiraciones si ves que necesitas volver a ese espacio de quietud.

Ahora imagina enfrente de ti una balanza.

En un brazo de la balanza imagina que depositas todo aquello que crees que necesitas para estar en paz o ser feliz en esta situación. Deposita en esa balanza todas tus creencias, tus deberías, tus expectativas y tu deseo. Todo lo que has escrito antes.

Deja que el otro brazo de la balanza permanezca vacío por ahora.

Si te das cuenta hay un desequilibrio. La balanza se inclina hacia el brazo que está lleno, allí donde has depositado tu deseo y expectativas.

El plan del ego para la salvación siempre produce desequilibrio. Su paz, y su felicidad son condicionadas. Siempre precisan que algo o alguien cambie para que seas feliz. Siempre toma la forma de: Si esto (y aquí puedes poner aquello que crees que necesitas para ser feliz o estar en paz en esta situación) fuese diferente, yo sería feliz, o estaría en paz».

Es una paz y una felicidad futura.

El ego y su plan te convencen de que ahora, en este mismo instante, no puedes ser feliz. No puedes estar en paz. No mientras esta situación no cambie.

La paz, la felicidad sólo te piden una condición: que las elijas por encima de tus deseos personales.

Puedes encontrar la paz y la felicidad ahora mismo, en medio de esta situación que parece amenzarla.

Sólo el Plan de Dios para la salvación tendrá éxito y Su Plan supone dejar ir nuestros resentimientos, nuestras condiciones, nuestras dudas, nuestro miedo y de corazón desear la paz.

Ahora vamos a enfocarnos en el plato de la balanza que estaba vacío. Vamos a depositar en ese plato la palabra PAZ. Lo que en el fondo deseamos y hemos estado buscando es la Paz.

Date cuenta de que no tiene que ser nada diferente para alcanzar la paz, sólo enfocarte en esa parte de tu mente que sabe que la paz es tu prioridad.

Y elegir la paz, así que internamente puedes pedir: «Mi deseo, mi prioridad, es la paz. Eso es lo que deseo. Entrego mis expectativas acerca de esta situación con la confianza de que tú sabes que es lo mejor para mí. Suelto el conflicto, elijo la paz«.

Luego te relajas y recuerdas: «Aquí y ahora, sólo Paz».

Sólo Paz.

No hay nada más.

Permite que la luz lo haga por ti.

Sueltas el control y te permites ser guiado de vuelta al amor, de vuelta a la paz.

Las palabras que digas no son lo importante, lo importante es tu deseo de paz, tu voluntad de sanar. Eso es lo que tu maestro interno escucha. La oración de tu corazón.

En un principio las palabras pueden ayudarte al darte un enfoque cuando tu mente tienda a divagar. En ese caso puedes utilizar simplemente la palabra paz, o «aquí y ahora, solo paz».

Permanece en ese espacio de quietud el tiempo que puedas mientras te sientas bien.

Luego abre los ojos y mantente confiado en que tu mente está siendo sanada.

Permanece conectado a ese espacio de silencio utilizando el enfoque: «Aquí y ahora, solo paz» cuando tu mente se desvíe o las dudas te vuelvan a asaltar.

Ahora está en manos de Uno que conoce el camino.

Que la quietud del Cielo envuelva hoy tu corazón.

Feliz día. ❤

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