Hace muchos años que escribo una especie de diario. Tengo montones de libretas con apuntes, reflexiones, preguntas, textos que surgen, algunos de los cuales he empezado a compartir en este blog y antes en otros.

La parte más importante de estas libretas son diálogos con mi guía interna, con Jesús. Planteo una pregunta y escucho. O simplemente me siento en silencio y me siento guiada a leer una lección, o una sección del texto, o alguna frase en particular llama mi atención.

Es de gran ayuda para mí y lo hago a diario.

Últimamente siento que tengo que compartir estas reflexiones, estos apuntes.

Hay una parte de mí que no se siente muy segura de exponerse de esa manera, una parte de mí que quiere seguir manteniendo parte de mis pensamientos privados.

Pero he aprendido a confiar en esa guía y a dar un paso al frente cuando se me indica aunque no sepa muy bien hacia donde me dirijo.

Se que el propósito es mi sanación, y que como nos recuerda el Curso.

Curar es hacer feliz.

Sigo aprendiendo que todo es para mi beneficio, que el único propósito de todo es la sanación de la mente, que mi única función es felicidad y todo apoya ese propósito.

No se muy bien que forma tomarán estos textos, si los compartiré tal y como me llegan o en forma de artículos, o de secciones del texto. No se si añadiré un nuevo apartado en el blog para ellos. No tengo ni idea.

Y esta es otra de las cosas que he aprendido:  a soltar la necesidad de saber cual es el siguiente paso. La necesidad de tener una dirección o proyecto. Saber que es lo que tengo que hacer con antelación.

Y sobre este tema va la reflexión de hoy.

Mi rutina del día empieza sentándome con la libreta y lo primero que hago son las páginas de la mañana. Ya hablé de ellas en un artículo de este blog (Puedes ver el artículo AQUI). Entrego esa práctica a Jesús para Su propósito, y luego simplemente escribo lo que se encuentra en mi mente en ese instante. En esas páginas también entrego el día, mis pensamientos y pido ser verdaderamente útil. Y luego escribo la clase de día que he decidido tener. También escribí sobre esta práctica de marcar la intención del día en este artículo: AQUI.

Una vez que termino con las páginas de la mañana sigo con la libreta y me aquieto. Es mi momento de oración, de sentarme simplemente en silencio.

Después vuelvo a la libreta y empiezo el diario del día.

Suelo empezar con esta pregunta:

¿Qué es lo que quieres que haga?

Y escucho. Luego hago aquello que me sienta inclinada a hacer, que puede ser unirme a alguien en mente, escribir, leer alguna sección del libro, compartir algo. Lo que sea.

Otra de las preguntas que suelo hacer, depende del día, es:

¿Qué es lo que necesito perdonar en este instante?

Otro tipo de preguntas son:

¿Qué es lo que me está impidiendo ser feliz en este instante?

¿Hay algo que quieras compartir conmigo acerca de esta situación (por ejemplo de algo que me preocupe, o de algo que se repita)?

¿Cómo podría ser verdaderamente útil en esta situación?

Te invito a que busques aquellas preguntas con las que te sientas cómodo. En el fondo es la intención de pedir ayuda y de estar dispuesto a permitirse ser guiado lo que abre las puertas a la ayuda, a escucharla, porque ese es nuestro deseo. Las palabras, la forma es lo que menos. Así que no te preocupes por encontrar la «pregunta correcta». Puede que simplemente necesites algo como: Necesito ayuda con esta situación o Necesito guía. O más simple aún: Ayuda.

Y luego lo más importante, y lo que suele ser más difícil, es aquietarse y escuchar. Coger el bolígrafo y escribir, lo que venga, sin juzgar.

Es una práctica y requiere «entrenar el músculo» así que sólo depende de nuestra voluntad, de nuestro deseo, como todo. 😉

Esta dinámica la vemos en el Taller de los Milagros, es una parte de desarrollar la confianza en nuestro maestro interno.

Ayer el diálogo tomó esta forma:

Yo: ¿Qué es lo que necesito perdonar en este instante J?

J: La necesidad de tener una dirección.

Yo: ¿Puedes explicarme un poco más a que te refieres con esto?

J: La necesidad de tener una dirección siempre implica un futuro, algo hacia lo que te diriges. Algo que no está presente ahora. Hay una frase de David (Hoffmeister) que ya has escuchado más de una vez que dice: «Es un proceso, hasta que es un instante«.

La necesidad de tener una dirección te aleja de este instante. Pone el objetivo, aunque este sea el despertar o la paz en el futuro. Así que es un objetivo que fabrica tiempo.

No hay objetivo futuro y no necesitas tener una dirección, lo único que necesitas es la verdad. Y la verdad es que la paz es AHORA. El Cielo es AHORA. La abundancia es AHORA.

Perdonar la necesidad de tener una dirección es perdonar la creencia en un objetivo futuro fuera de este instante.

Es volver a la conciencia de que lo tienes todo AHORA, porque LO ERES TODO.

No hay «falta» que llenar, y por lo tanto no hay necesidad.

Aún sigues siendo tal como Dios te creó. Así que lo único que necesitas es recordar que eso no ha cambiado.

Dios no cambia de parecer con respecto a ti, pues Él no duda de Si Mismo.

Cuando tu paz mental se vea amenazada por algo, pregúntate, «¿Ha cambiado Dios de parecer con respecto a mí?»

Texto: Cap. 10 – Introducción, pág. 201

AHORA, no dentro de un instante, o cuando algo que deseas suceda.

AHORA.

Recordar es un instante.

Este instante es la puerta de entrada a la consistencia, puerta que está esperando que la atravieses.

Entrega esta necesidad, ponla en mis manos y juntos veremos su inconsistencia.

No necesitas saber lo que vas a hacer dentro de un rato, o en unas horas, lo que vas a comer, la ropa que te vas a poner, o lo que te deparará el mañana.

El propósito del tiempo en mis manos es llevarte a la conciencia de este instante. Es recordarte que tu única función es felicidad. Y que esta se encuentra aquí AHORA.

Puedes estar tranquila sabiendo que no importa lo que suceda, todo tiene el mismo propósito que es tu felicidad. Todo. No importa la forma que adopte, si me pones al frente verás que todo es lo mismo porque sirve a un único propósito. Ese propósito es mis manos es felicidad.

Así que, ¿neecsitas tener una dirección? NO.

Esa es la verdad.

Sólo necesitas recordar. Sólo necesitas permitirte ser guiada.

Yo te mostraré el Camino.

Te amo. ❤

Yo: Gracias J, te entrego esta necesidad de tener una dirección. Lo deposito en el altar de la transformación. Mi única necesidad es seguirte. No necesito nada más que la verdad.

Que la quietud del Cielo envuelva hoy tu corazón.

Feliz día.

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