Al comenzar el día
UN PROBLEMA, UNA SOLUCIÓN
No puedes resolver un problema a menos que sepas de que se trata. Incluso si ya está resuelto, lo seguirás temiendo porque no reconocerás que ya se ha resuelto. Esta es la situación del mundo. El problema de la separación, que es en realidad el único problema que hay, ya se ha resuelto. No obstante, la solución no se ha reconocido porque no se ha reconocido el problema. (L-79.1)
En este mundo cada uno de nosotros parecemos tener nuestros propios problemas.
Las formas que estos adoptan son muy variadas y en cuanto resolvemos uno, otro surge inmediatamente.
Al igual que un bombero nos encontramos apagando fuegos constantemente.
Un momento de tranquilidad, y todo empieza de nuevo a moverse.
En ocasiones hay tantos frentes abiertos que no damos a basto.
Pareces enfrentarte a una larga serie de problemas, los cuales son todos diferentes entre sí, y cuando uno se resuelve, surge otro y luego otro. No parecen tener fin. En ningún momento te sientes completamente libre de problemas y en paz. (L-79.3.3-5)
En los últimos días empezamos a entrever que todo se reduce a una confusión respecto a Quienes Somos.
Creemos que somos un cuerpo, con una experiencia individual y necesidades, deseos y expectativas propias a satisfacer.
Y con múltiples problemas que requieren nuestra atención.
Lo que el ego (la creencia en la separación) busca es distraernos con esa variedad de problemas para evitar que encontremos la verdad.
El ego, al tratarse de una ilusión (algo que creemos ser), necesita constantemente reafirmarse y su manera de hacerlo es utilizando tus sentidos físicos ya que estos testifican que su existencia es real.
En realidad nuestro único problema es el creernos separados los unos de los otros y de nuestra Fuente (Dios, Amor, Espíritu, pon el nombre que prefieras).
Todos nuestros problemas se reducen a uno pero necesitamos darnos cuenta de que esto es así para aceptar la única solución que los resuelve a todos.
Ya se nos ha dado esa solución, pero no podremos aceptarla mientras no sepamos cual es el problema y sigamos creyendo en las diferencias y buscando soluciones específicas para cada uno de ellos.
El curso siempre habla a nivel de la causa (mente), nunca habla a nivel de los efectos (mundo).
La causa son nuestras creencias, nuestros pensamientos, nuestras memorias emocionales, el sistema de pensamiento que hemos elegido escuchar y seguir.
Y solo hay dos sistemas de pensamiento: el sistema de pensamiento del ego (miedo), y el sistema de pensamiento del Espíritu Santo (amor).
Y sólo uno de ellos es real:
Sólo el Amor es Real.
El curso se vale de esos efectos, nuestros aparentes problemas, para devolver la causa a la mente al recordar que todos ellos son lo mismo, una decisión en la mente de creer en la separación, el miedo y la culpa.
Y te insta a “elegir de nuevo” al recordarte que hay otra opción, que existe otro maestro.
Hoy recordamos que todos nuestros problemas ya se han resuelto pues nunca abandonamos nuestro Hogar.

En el curso del día
Durante el día de hoy vamos a recordar que no importa la forma o variedad de problemas que parecen que nos acechan, sólo tenemos un problema y solo hay una solución que ya se nos ha dado pues nunca abandonamos nuestro Hogar.
Te invito a que leas la lección de hoy:
Permitaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto. (L-79)
Cuando a lo largo del día surja alguna dificultad, no vamos a enredarnos con ella ni a dejarnos engañar por la forma en que se manifieste.
Vamos a recordar la idea de hoy:
Un problema, una solución.
Vamos a tratar de suspender el juicio con respecto a ese problema, no tratando de resolverlo por nuestra cuenta.
Simplemente observa como la mente trata de definir el problema, como trata de buscar un culpable y una solución fuera de ti.
Esta es la estrategia con la que el ego trata de tentarnos para dejar el problema de la separación sin resolver.

Al terminar el día
Dedica unos minutos a revisar tu día.
Coge tu libreta y haz una lista de “tus problemas”.
Una vez más se trata de ser honestos con nosotros mismos así que vamos a escribir una lista de todo aquello que consideramos un problema.
Puede tratarse por ejemplo de un problema con el dinero, con algún familiar, un conflicto en el trabajo, con tu pareja, con algún amigo o vecino, puede tratarse de algún problema de salud o alguna situación dolorosa.
No se trata de ser espiritual, se trata de permitir que nuestra mente sea sanada y el recuerdo del amor sea restaurado , y para ello tenemos que trabajar allí donde creemos encontrarnos.
Una vez que tengas tu lista quiero que pienses en lo siguiente:
Piensa en un árbol cuyas raíces están podridas de manera que todo los frutos que ese árbol da acaban por morir. Sus ramas están infectadas. Ahora imagina que tu eres el dueño de ese árbol y que ves que sus ramas y frutos están enfermos. Así que te decides a solucionar el problema y para ello lo que haces es cortar las ramas que están infectadas y retirar los frutos que están podridos. Pero por más que retiras lo que está enfermo, el problema no se soluciona. Los siguientes frutos vuelven a tener el mismo problema. Desde tu perspectiva la solución que ves es tratar con lo externo sin darte cuenta de que el problema real está escondido bajo tierra en las raíces que están podridas. Así que un experto te diría que la manera de solucionar el problema no está en cortar las ramas o retirar los frutos sino en actuar al nivel de las raíces.
El Espíritu Santo es nuestro experto, Él sabe cual es el problema real y como atajarlo así que nos recomienda ir hacia dentro, sentarnos en quietud, dar un paso atrás (no reaccionar), ir hacia las raíces para reconocer el único problema que todavía no habíamos reconocido, y aceptar la solución.
Al ego le encanta que trates de buscar la solución allí donde no se encuentra, porque así te mantiene mirando fuera sin que realmente nada cambie.
El mantra del ego, como ya hemos comentado es:
busca y no halles.
Busca una solución, trata de resolver este problema aparente y luego surgirá otro, y luego otro.
Piensa en la imagen del árbol cuyas raíces están podridas cuando tengas la tentación de buscar soluciones específicas a problemas específicos.
Ese árbol podrido es el sistema de pensamiento del ego cuyas raíces son la separación, el miedo y la culpa.
Ese problema ya se ha resuelto porque nunca abandonamos nuestro Hogar, somos Uno con Dios y con todos nuestros hermanos, y con todos los aspectos de la creación.
Somos una única Mente, no existe separación, no estamos solos.
Ahora te voy a pedir, como sugiere la lección de hoy, que cierres los ojos y que dejes que uno de los problemas que pareces enfrentar en estos momentos surja en tu mente.
Date cuenta de que ese problema involucra de alguna manera a tu cuerpo o al mundo.
¿Puede el Espíritu tener ese problema? ¿Puede estar enfermo? ¿Puede sufrir dolor o escasez? ¿Puede el Espíritu estar preocupado con el dinero? ¿Puede experimentar miedo o culpa?
Ese problema es la forma que utilizas para reafirmar tu identidad como cuerpo.
Es donde la «persona» se esconde.
Es la manera en la que “secretamente” dices:
No soy Espíritu, soy un cuerpo.
Es lo que estás eligiendo ser.
Ahora cierra los ojos y pide que se te muestre cual es el problema y cual es su solución.
Repite mentalmente:
¿Cual es el problema? ¿Cual es la solución?
Estate dispuesto a cuestionar o poner en duda la realidad de tu versión de lo que son tus problemas.
Y ábrete a recibir la respuesta. ❤

Oración de la noche
Ayúdame Padre a reconocer que todos mis problemas han quedado resueltos pues el Amor no necesita nada. Tú me has dado todo lo que creía necesitar. Hoy acepto la solución con la que todos mis problemas quedan resueltos. Hoy acepto que soy Tu Santo Hijo. Gracias.
Descansa en la quietud de que tus ruegos han sido escuchados y serán contestados.
Descansa en el Amor. ❤
¡Feliz día!

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