Al comenzar el día
LA VOLUNTAD DE DIOS
Ayer veíamos que todos nuestros problemas se reducen a uno, creernos separados los unos de los otros y de nuestra Fuente (Dios, Amor, Espíritu,..).
Al igual que Adán y Eva, creemos haber sido expulsados del Paraíso y como castigo tenemos que ganarnos la vida con el sudor de nuestra frente a base de sufrimiento y dolor.
¡Eso sí, podemos disfrutar de un mes de vacaciones! 😉
Si el pecado (la creencia en la separación) es real, el sufrimiento debe ser inevitable.
Si el pecado es real, la felicidad no puede sino ser una utopía.
Recuerda el árbol del que hablábamos ayer.
Todo lo que brota del árbol de la separación es dolor, sufrimiento, miedo, tristeza, ira, ataque, carencia, falta de valía, amor especial, etc.
Esa creencia en el pecado y la culpa asociada, está tan escondida en nuestra mente, tan sepultada bajo capas y capas de negación, que nos resulta difícil identificarla como el origen de todo nuestro sufrimiento. y dolor.
Si creo que he pecado, si me creo un pecador (alguien separado) merezco un castigo y camino por la vida con miedo esperando a ver por donde me llega la “bofetada”.
Espero la “bofetada” (el castigo) de aquellos de los que me considero separado, los convierto en mis enemigos y los temo.
Voy por lo tanto con la escopeta cargada a la espera de defenderme de un posible ataque.
Y al creerme separado de Dios (mi Fuente, Amor) espero que la “ira de Dios” caiga sobre mí en forma de enfermedad, dolor y muerte.
El pecado es demencia, dice el curso.
Es un juego de niños, un juego en el que al igual que cuando hacemos una obra de teatro en el colegio adoptamos un papel que representamos a la perfección, pero en el que nos olvidamos que solo era eso, una obra de teatro, una representación.
Nos olvidamos de quitarnos el disfraz y nos llevamos el personaje a casa.
Al igual que nunca pensarías al ver una película que Brad Pitt se ha muerto porque su personaje lo haga dentro de la trama, del mismo modo empiezas a recordar que todo esto no es más que un sueño, una obra de teatro donde nos fuimos a dormir y empezamos a soñar un sueño del que ahora estamos despertando con la ayuda de nuestro maestro interno.
Hoy damos un paso más en la creencia de que la separación no es real, por lo tanto el pecado no existe.
Y si el pecado no existe, ninguna de sus frutos (sufrimiento, dolor, muerte, separación, ataque, miedo, etc) existen tampoco.
Esos frutos son los “juguetes bélicos” con los que hemos estado jugando.
Son los juguetes que se incluyen dentro del juego del pecado.
Es como cuando compras un juego de mesa, la oca por ejemplo.
Al decidir jugar con ese juego tienes que utilizar las fichas que se incluyen, y adoptar las reglas del juego.
Del mismo modo al decidirnos a jugar el juego del pecado lo hacemos según sus reglas y con sus fichas.
Pero al darte cuenta de que eso es lo que estás haciendo puedes pararte y decir:
¿Es esto realmente lo que quiero ver? ¿Es esto lo que deseo? ¿Quiero seguir jugando a este juego insano? ¿Quiero seguir jugando el juego del dolor y del sufrimiento? ¿Quiero seguir jugando al juego del miedo y el conflicto?
¿Hasta cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? ¿No es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? ¿Cuando vas a estar listo para regresar a tu hogar? ¿Hoy quizá? El pecado no existe. La creación no ha cambiado. ¿Deseas aún seguir demorando tu regreso al Cielo? ¿Hasta cuando, santo Hijo de Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuando? Un Curso de Milagros
No necesitas demorarte más.
No necesitas esperar a que nada cambie para ser feliz, la felicidad es un reconocimiento.
El recuerdo de que somos amados, en este mismo instante estamos sostenidos por el amor.
La felicidad no es un utopía, es lo que somos, es nuestra herencia ya que el amor nos creó amorosos, la bondad nos creó bondadosos, la felicidad nos creó felices.
Somos inocentes y la Voluntad de Dios para nosotros es perfecta felicidad.
Hoy nos unimos a Su Voluntad.
Hoy dejaremos de tenerle miedo al Amor.

En el curso del día
Hoy te invito a que leas y pongas en práctica la lección 101:
La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.
Da gustosamente estos cinco minutos, para eliminar la pesada carga que te has echado encima al abrigar la demente creencia de que el pecado es real. Escápate hoy de la locura. Ya estás firmemente plantado en el camino que conduce a la libertad, y ahora la idea de hoy te da alas para acelerar tu progreso y esperanza para que vayas aún más deprisa hacia la meta de paz que te aguarda. El pecado (separación) no existe. Recuerda esto hoy, y repite en silencio tan a menudo como puedas:
La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad. Ésa es la verdad, pues el pecado no existe. (L-101.7)
A lo largo del día de hoy vamos a recordar que:
La voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad. Ésa es la verdad, pues no estoy separado de mi Fuente.

Al terminar el día
Dedica unos minutos a revisar tu día.
Cierra los ojos y planteate en silencio esta pregunta:
¿Soy feliz?
Se honesto contigo mismo.
Si la respuesta es NO, sigue preguntando:
¿Y porqué no?
Deja que una respuesta surja en tu mente.
Quizás tengas muchas razones para no ser feliz, muchos problemas que afrontar.
Ayer empezamos a cuestionarnos nuestra manera de ver lo que son nuestros problemas y a estar dispuestos a abrirnos a una nueva perspectiva en la cual tengo un único problema, algo que es más abordable.
Puedes seguir planteándote la pregunta, “¿y porqué no?” hasta que quizás tu respuesta sea “no sé”.
Una vez hayas terminado con este ejercicio, mentalmente vas a recordar que ser infeliz no puede ser tu voluntad ya que compartes voluntad con tu Padre y esa es felicidad.
La voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad y esa es también mí voluntad. Pues Su Voluntad y la mía coinciden.

Oración de la noche
“Padre, tu Voluntad para mí siempre ha sido felicidad. Creía que tu Hijo podía ser infeliz. Hoy pido que me recuerdes que tu Voluntad y la mía coinciden. Hoy me rindo a tu Voluntad. Gracias.”
Descansa en la quietud de que tus ruegos han sido escuchados y serán contestados.
Descansa en el Amor. ❤
¡Feliz día!

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Un comentario en “Día 5: La Voluntad de Dios”