Busca un lugar dentro de ti donde haya alegría, y esa alegría borrará el dolor.

Hace unas semanas os hablaba de una frase, que no recuerdo donde leí, pero que me ayuda a recordar que dentro de mi hay un lugar donde sólo hay alegría.

Y esa alegría puede dar al traste con cualquie clase de dolor.

Esa parte de nuestra mente donde sólo hay alegría es lo que el Curso denomina «tu mente santa».

Es la parte de tu mente donde se encuentra el recuerdo de la verdad.

Recuerdo que hace unos años en un taller de Sergi Torres se nos pidió que saliésemos a la calle, no recuerdo muy bien cual era la práctica pero yo si recuerdo que siempre que miraba a alguien, ya se tratase de alguien que estaba paseando, de un mendigo, de un niño en su silla, de un anciano, era como si conectase con el niño alegre y confiado que habitaba en su interior.

Ese Ser es inocencia.

Así que no importa a quien mirase, siempre me despertaba una sonrisa.

Desde ese día estoy convencida de que dentro de nosotros habita un niño confiado y alegre.

Que nuestra verdadera naturaleza es alegría.

Hoy volví a ver el documental de Ram Dass que se titula «Going Home«, Volver a Casa.

Cuando ves a Ram Dass lo que ves es ese niño alegre.

Su cuerpo está en una silla de ruedas, necesita ayuda para poder bañarse, para poder trasladarse de un sitio a otro, pero su estado es de pura alegría.

El Curso nos dice que la enfermedad no es del cuerpo, es de la mente, es un estado mental donde estamos identificados con una falsa identidad limitada a la que llamamos «yo».

Que la salud es paz interior.

Y la paz interior se caracteriza por la dicha.

Así que puede que tu cuerpo esté experimentado enfermedad, puede que esté experimentando diferentes síntomas, y eso no quiere decir que estés enfermo.

Porque la salud es paz interior.

No tiene nada que ver con el estado del cuerpo.

Puede que no experimentes ningún síntoma, o que tu cuerpo no se encuentre enfermo, y aún así puedes estar enfermo.

Puedes sentirte deprimido, o ansioso. Puedes estar en conflicto o desmotivado.

Puede que te sientas una víctima de algo o de alguien.

Entonces estás enfermo.

Tienes una enfermedad que se llama separación.

Aunque tu cuerpo no manifieste ningún síntoma.

Cuando estás experimentando algo que no sea suprema felicidad, estás enfermo.

Cuando experimentas dolor, de la forma que sea, estás enfermo.

Estar enfermo es estar separado.

Separado de tu verdadera identidad que es luz, que es inocencia, que es perfecta salud.

La enfermedad es olvido.

Es olvidarte de que la dicha es tu herencia.

Que ese niño confiado y alegre es lo que somos.

Somos el júbilo de Dios.

Esta frase apareció en mi mente un día y siempre que la recuerdo me despierta una sonrisa.

No eres un cuerpo, eres el júbilo de Dios.

Cuando observas por ejemplo a Ram Dass en este documental que está en Netflix puedes ver que esto es verdad. 🙂

Si la enfermedad es olvido, la salud es recordar.

Y sólo te toma un instante.

En mi caso cuando noto algún pensamiento de preocupación o que algo tira de mí para abajo, alguna sensación corporal hacia la que mi atención es dirigida, una contración, del tipo que sea, y por pequeña que sea, me detengo por un instante, cierro los ojos, aunque no hace falta que lo haga, y recuerdo esa sonrisa.

Vuelvo a conectar con la luz de mi verdadera identidad.

Vuelvo a ese espacio de quietud en medio de la tormenta.

Es como dar un paso atrás.

Volver a la mente.

Entoces es como si desde dentro dos cuerdas tirasen de mis labios, y una sonrisa aparece en mi rostro.

Estoy en casa de nuevo.

Cada pequeña contracción, cada pequeña sombra del pensamiento de separación, puede ser una oportunidad para recordar tu inocencia.

Para volver a conectar con la luz.

Puedes imaginarte que enfrente de ti se encuentra alguien, por ejemplo tu maestro interno, Jesús que te sonríe.

Porque el Jesús del Curso siempre está sonriendo. 🙂

Es el maestro de la dulce sonrisa.

La sonrisa que te trasmite que no está sucediendo nada, que estás a salvo soñando un sueño en el que crees ser algo que no eres.

Así que puedes imaginarte a alguien enfrente de ti que te sonríe si eso te ayuda.

Luego nota como esa sonrisa hace que tú mismo sonrías, y deja que esa sonrisa se extienda por todo el cuerpo.

Puedes imaginarte también que hay una luz que te rodea.

Si hay alguna parte de tu cuerpo donde experimentes tensión, o dolor, o algún tipo de malestar, simplemente imagínate que le sonríes a esa parte.

No hagas nada con esa sensación, simplemente obsérvala con esa sonrisa interior.

En calma.

Si notas resistencia, simplemente dirigue tu sonrisa a esa resistencia, y nota como se va aflojando.

No hagas nada para aflojarla o para que desaparezca, eso te llevaría de nuevo a la sensación, a la identificación corporal, y te alejaría de la sonrisa.

Si necesitas ayuda imagínate a tu maestro interno sonriendo junto contigo.

La sonrisa interior es como la sonrisa del Buda.

Es un reconocimiento.

Ese reconocimiento como vimos ayer es iluminación.

Es luz.

Es la constatación de que nada tiene el poder de privarte de tu paz interior.

Como el Curso dice de manera preciosa:

No se ha perdido ni una sola nota del himno celestial.

Y si ves que algo amenaza esa paz interior, ya sea en el momento o cuando puedas, vuelve a la meditación de la sonrisa interior.

Pon tu mano en el corazón, aquietate, y sonríe.

Que la quietud del Cielo envuelva hoy tu corazón.

Feliz día ❤

Este es el trailer del documental de Netflix de Ram Dass:

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