Yo no hago tratos con la culpabilidad, ni con el miedo.

Yo no busco metas inalcanzables.

Mi único deseo es Dios, y ese es también mi único objetivo.

Mi decisión es clara y firme. No titubeo. Confío en la Voluntad de mi Padre y la acepto puesto que es la única que puede aportar felicidad.

Su Voluntad es felicidad.

Rendirse a esa Voluntad es lo que te pido hoy.

¿Y cómo lo haces? Preguntas.

Muy sencillo. Aceptando en todo momento lo que la vida te ofrece. No viendo nada de lo que sucede como algo que pueda robarte tu paz. No puede si ese es tu deseo. Pensando que cada día y cada instante es el siguiente paso que te lleva a tu destino. Nada sobra o falta. Eso es sólo una percepción errónea que se puede corregir.

Empieza el día entregando todo lo que suceda para tu propósito que es la liberación de tu mente. Entrega el día para la curación y el milagro.

Que tu oración sea: Padre, hágase tu Voluntad.

Deja que el día discurra tranquilo y en paz mientras yo me ocupo de sanar tu mente y extender el milagro.

Rendirse a Su Voluntad implica quitarse de en medio y permitir que Yo juzgue todo por ti. En mi juicio no hay condenación y si liberación.

Y así cada hora será un recordatorio de Su Voluntad.

Y el dolor dará paso al júbilo.
Y el sufrimiento se transformará en paz.
La tristeza, la puerta de entrada a la alegría.

Así durante el día te mantendrás alerta sólo en beneficio de Dios y Su Reino.

Y recordarás que la sanación se está llevando a cabo a través de ti. Y no opondrás resistencia al milagro.

Y este se extenderá hasta que tu visión lo alcance todo.

~ J