Dios es bueno, todo el tiempo… todo el tiempo, Dios es bueno. De la película «Dios no está muerto»
La frase con la que comienzo la entrada de hoy es de la película «Dios no está muerto» donde dos sacerdotes pasan por una serie de altercados y uno le recuerda al otro que no importa lo que suceda, no importa que lo que esté pasando sea algo que no queríamos, o se trate de un contratiempo, tu percepción puede cambiar en un instante si recuerdas la verdad de que «Dios es bueno, todo el tiempo…todo el tiempo, Dios es bueno«.
La semana pasada estaba con unos amigos y uno de ellos comentó que tenía el coche en el garaje porque se le había parado al ir a salir del aparcamiento. Lo denominó un «castigo divino«.
A pesar de que tanto mi amiga como yo le dijimos que Dios no castiga, él seguía mirándonos con una expresión que parecía decir: «si yo os contara….».
Curiosamente en esa misma conversación un rato después otro amigo hizo mención de nuevo a lo que coloquialmente denominamos «karma«.
La creencia en el «castigo divino» o el «karma», que tenemos determinadas lecciones que aprender, que Dios nos castiga, y nos juzgará al final de nuestros días por nuestras acciones, es algo que está profundamente enraizado en nuestra psique.
Todos en alguna ocasión cuando algo que esperábamos con ansía ha sucedido, o cuando alguien a quien amamos sale ileso de un accidente, o se recupera de una enfermedad, levantamos la mirada al cielo y juntando las manos decimos: ¡Gracias!
Si mi hermano tenía que haberse subido a un avión que un rato después tiene un accidente, pero al final no lo hizo porque un atasco le retuvo y llegó tarde, juntamos las manos y decimos: ¡Gracias!
¡Gracias Dios porque lo salvaste! sin darnos cuenta de que el Dios al que le estamos rezando es un Dios parcial que premia a los justos, en cuyo saco esta vez ha entrado mi hermano, y salva a unos, pero no a otros.
Es imposible no sentirse atemorizado por un Dios así ya que lo que subyace a esta parcialidad de Dios es que hoy puedo ser yo el beneficiario de su gracia, pero mañana puedo encontrarme en el otro bando, en el de los que se les ha negado su gracia.
Y eso es lo que secretamente creemos cuando la vida nos trae una enfermedad, por ejemplo, o la muerte de un ser querido. Cuando nuestro hijo padece una incapacidad, o no conseguimos aquello que creemos merecer.
Incluso cuando las cosas van como nos gustan, en silencio rezamos pidiendo como en el chiste: «virgencita, virgencita, que me quede como estoy», porque pensamos que lo bueno no va a durar, que «ya vendrá Paco con la rebaja«, como dice el dicho.
Y Paco siempre viene con la rebaja…. 😉
La metafísica del curso (Un Curso de Milagros) enseña que la visión lineal del tiempo, pasado, presente y futuro, responde a la trinidad impía del ego de: creo que he pecado en el pasado, que soy erróneo, que hay algo malo en mí y no merezco amor, así que me siento culpable en el presente (triste, dolorido, frustrado, con ira, depresión, molesto….), y debido a esto tengo miedo del futuro.
Es decir: pecado (pasado)|culpa (presente)|miedo (futuro).
El pecado exige castigo y puesto que creo haber pecado contra Dios, tengo miedo del «castigo divino». Dios se volverá contra mí. Toda su ira caerá sobre mí, o sobre las personas que amo. Tengo que protegerme, tengo que esconderme de la ira divina. Y como el representante de Dios en el mundo es tu hermano, tengo miedo también de mi hermano. Tengo que defenderme de él atacando porque es o el, o yo.
Secretamente pensamos que nos merecemos lo que nos sucede, o que el otro se merece lo que le sucede, que es lo mismo, porque hay algo erróneo en nosotros. No somos lo suficientemente: y aquí puedes poner lo que crees que te falta. No somos lo suficientemente listos, o generosos, o amorosos, exitosos, lo suficientemente perfectos, o atrevidos, sociables.
No somos lo suficientemente dignos del amor de Dios, así que cuando algo sucede que consideramos un regalo, damos gracias a Dios porque nos ha otorgado su favor, pero cuando sucede lo contrario, nos enfrentamos a Él proyectando nuestra insuficiencia y falta de amor sobre Su Mansedumbre.
Necesitamos que Dios nos valide que somos dignos de Su Amor porque no nos lo creemos.
No creemos que Dios sea bueno todo el tiempo, como dice la frase con la que comenzamos esta entrada, sólo a ratos. ¡Y no podemos fiarnos ni confiar en un Dios que cambia de parecer según el pie con el que se levante!
Hay una frase del curso que siempre me ha resultado intrigante que dice: «la confianza podría resolver cualquier problema en este instante«. Este instante es el instante santo, el instante en el que miramos lo que nos da miedo de la mano de Jesús, fuera del campo de batalla. Nos unimos a Jesús en lugar de al ego y pedimos ayuda para percibir correctamente. Elegimos el milagro en lugar del resentimiento.
Hace un tiempo estuve meditando sobre esta frase y lo que me llegó es que en el fondo todos nuestros problemas son un problema de falta de confianza. Si analizas cualquiera de tus problemas verás que lo que subyace a todos ellos es una sensación de desconfianza. No confiamos en Dios, no confiamos en lo que Jesús nos recuerda en el curso, y por supuesto no confiamos en nuestros hermanos.
Lo que subyace a toda percepción errónea que mantenemos en este instante, ya se trate de una percepción de carencia, de enfermedad, de injusticia o de ataque, es la desconfianza.
El curso nos recuerda que «aún seguimos siendo tal como Dios nos creó«, lo que quiere decir que somos espíritu, completo e inocente, somos abundantes, no hay necesidad en nosotros, y no podemos sufrir o experimentar dolor.
Al igual que el amigo del que hablaba al inicio de esta entrada, miramos a Jesús con una expresión que parece decir: «si yo te contara…»
Claro que puedo sufrir, y de hecho lo hago. Mira la televisión, el telediario, solo hay que salir a la calle para ver que el sufrimiento si existe. Si podemos sufrir, así que….Dios está equivocado, y nosotros tenemos razón.
Uno a cero Jesús. 😉
Lo que subyace a todos nuestros problemas, y necesitamos mirarlo con la mirada bondadosa de Jesús para no caer en el juicio o en la culpa, es el deseo de que Dios esté equivocado…porque eso quiere decir que el ego tiene razón, y puesto que creo ser el ego, yo existo y Dios no.
Es, o Dios o el ego. Espíritu (mente) o cuerpo. Júbilo o dolor.
Si Dios está equivocado, el ego tiene razón, pero si Dios está en lo cierto, el ego tiene que estar equivocado, y el ego siempre quiere tener razón porque toda su falsa existencia se sustenta sobre la base de su autosuficiencia: No necesito a Dios. Yo sólo puedo. No necesito a nadie.
Mira como me gano la vida, mira como me he hecho a mi mismo.
No te necesito.
Dios es bueno todo el tiempo porque Dios no habita en el tiempo sino en la eternidad, lo que quiere decir que Dios no ha podido crear este mundo que es de todo menos eterno, y tampoco el cuerpo condenado a morir.
Dios es bueno todo el tiempo porque no ha cambiado de parecer respecto de Ti. En todo momento Su Amor y Su paz te rodean.
Dios es bueno todo el tiempo porque no hay nadie que sea más o menos para Él. No hace separaciones ni pone condiciones a Su Amor. Ama a todos por igual porque para Él todos somos Uno.
Dios es bueno todo el tiempo porque Él te ha creado, tú no le creaste, y tampoco te creaste a ti mismo.
Dios es bueno todo el tiempo porque no duda y te mantiene a salvo de los sueños de dolor, sufrimiento y muerte.
Al igual que los clérigos de la película a la que hago mención en esta entrada, es bueno, cuando la tentación llame a nuestra puerta y nos veamos cayendo en las redes del ego de la tristeza, la ira, la depresión o la frustración, recordar que «Dios es bueno todo el tiempo» porque no se confunde al igual que lo hacemos nosotros. No cambia de parecer, al igual que lo hacemos nosotros.
Es una roca firme sobre la que podemos sentirnos a salvo y seguros. Como dice la lección 47: Dios es la fortaleza en la que confío.
Con esta afirmación estamos desmantelando uno de los pilares del sistema de pensamiento del ego que es que no podemos fiarnos de Dios, que no podemos confiar en lo que Jesús nos recuerda en el curso. Y puesto que todo el sistema de pensamiento del ego se sustenta sobre esa desconfianza que se pone de manifiesto como miedo al futuro, podemos como dice la lección 194, poner el futuro en las manos de Dios y descansar en la certeza de que:
Dios es bueno, todo el tiempo
todo el tiempo, Dios es bueno.
¡Que la quietud del Cielo envuelva hoy tu corazón!
Feliz día
Un abrazo enorme,
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2 comentarios en “Dios es bueno, todo el tiempo….”