Ayer estaba probando la cámara para otra cosa y en un momento decidí sentarme y grabarme.

La idea de grabarme es algo que surgió hace unas semanas pero es algo que está totalmente fuera de mi zona de confort.

Me siento cómoda escribiendo, pero no hablando delante de una cámara.

Al escribir me resulta más fácil vaciar mi mente, y simplemente escuchar y transcribir, es algo que he entrenado porque siempre me ha gustado escribir.

En un momento me senté y sin pensarlo decidí grabarme, sin pensar en compartirlo.

Como un experimento.

En mi caso esta ha sido la dinámica siempre, con los talleres, con el Reto de los 90 días, con los textos que comparto.

Es mi aula de perdón porque, aunque cada día me siento más cómoda tengo que reconocer que hay una parte de mí que tiene miedo a la exposición, al juicio, a equivocarse, a no ser fiel a los postulados del Curso de Milagros.

Una parte de mí que todavía se siente responsable, o más bien todavía cree que soy responsable de algo más que de aceptar la Expiación para mi misma.

Una parte de no valía, de inseguridad, de necesidad de reconocimiento.

El propósito de todo es el perdón.

Es sacar a la superficie todos esos juicios, esos pensamientos de ataque, de insuficiencia.

Permitir que salgan a la superficie para que puedan ser entregados a la Expiación en paz.

Para que puedan ser corregidos al verlos y tomar la decisión de renunciar a ellos.

Así que aquí estoy compartiendo este vídeo espontáneo que grabé ayer.

No se si grabaré alguno más, no tengo ni idea.

La verdad es que me divertí, y algo que he aprendido es a seguir a la alegría, aquello que hace a mi corazón cantar.

Así que quien sabe…

Al final decidí titularlo «No te olvides de reír» porque es algo que tengo que recordarme con frecuencia.

Es una de mis lecciones, acordarme a lo largo del día de pedirle a Jesús que me ayude a recordar que no me olvide de reír porque este camino puede ser muy intenso y muy incómodo.

Mirar al ego, a nuestra inversión en su sistema de pensamiento puede ser tremendamente incomodo.

Mirar a la culpa en la mente.

Afortunadamente tenemos ayuda, esa sonrisa amable y bondadosa que nos ayuda a no darle importancia, y que nos recuerda que realmente no está pasando nada. 🙂

Nos quedamos dormidos, y estamos soñando un sueño donde creemos que esa «idea loca de la separación» es real.

Ahora estamos despertando al Amor.

Estamos recordando nuestra verdadera identidad.

Estamos dejando ir nuestra identificación personal y abriéndonos a la verdad que Jesús nos enseña en el Curso: que somos espíritu inocente.

Que somos el inocente Hijo de Dios.

Que somos amados.

Que somos amor.

Recordando como dice Jesús en el Curso que «la dicha es nuestra única función aquí«.

Que «Nuestro papel en el plan de Dios para la salvación es esencial. Que nuestro papel en el plan de Dios para la salvación es ser feliz«.

Feliz día.

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