Me gusta caminar lento, sin dirección, dejando que mis pies me marquen el camino.

Me gusta la gente que sonríe por la calle, cruzarme con alguien y que nuestros ojos se encuentren.

Me gusta comprar flores.

Me gustan las personas que compran flores, para ellas mismas o para regalar sin que una fecha lo determine.

Me gusta sentarme en una cafetería y espiar a la gente cuando no se dan cuenta. Tomarme un café y leer un libro.

Me gusta reírme, mucho, sobretodo a carcajadas, ese tipo de risa que te trabaja los abdominales y te hace llorar.

Me gusta andar descalza, bailar cuando nadie me está mirando. Cantar como en un karaoke mientras la música está sonando.

Me gusta sentarme en silencio, cerrar los ojos y desaparecer.

Escaparme a mi mundo en medio de una conversación.

Me gusta ser testigo de un abrazo, un saludo, un encuentro, un beso robado.

Y me gusta ser la protagonista de eso mismo.

Me gusta planear un viaje, descubrir rincones nuevos de mi ciudad, permitir que la vida me sorprenda.

Ponerme los cascos, cerrar los ojos y que la música me inunde.

Me gusta la alegría, la que llega sin esperarla, estalla en el pecho y me alborota.

La felicidad que se desborda pillándome desprevenida, con la guardia bajada.

Y comer, me gusta comer, saborear, degustar, probar sitios, recomendar otros.

Dejarme seducir…

Y jugar, sentirme de nuevo esa niña enamorada del asombro.

Saberme guiada.

Confiada.

Sostenida.

A veces me gusta no hacer nada, sentarme en un banco y simplemente ser. Sin prisa, sin esfuerzo, sin tratar de alcanzar nada. Sin ambiciones. Vacía de todo y al mismo tiempo profundamente viva.

Mirarte a los ojos y reconocerte.

Que el mundo se desdibuje ante mi mirada, vaya perdiendo peso y sus límites se difuminen.

Me gusta escribir, ver como las palabras pasan a través de mi, ser un vehículo para algo que no controlo.

Emocionarme en el proceso.

Abrirme al susurro de la brisa que me trae ecos que yo simplemente transcribo.

Y recorrer el sendero de tu mano.

Sujetarla fuerte.

Recordarte a cada instante.

Saber que estás ahí.

Y sentirme acompañada.

Siempre.

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