De las tinieblas a la luz

Hoy vamos a dar un paso más hacia la consecución de tu objetivo de la paz.

Un paso sencillo pero que supone un paso de gigante en tu camino de los milagros.

Un paso que requiere muy poco de tu parte y a cambio te devuelve multiplicado por millones ese pequeño gesto.

Supongo que ya te estarás preguntando de que se trata.

¿He conseguido despertar tu interés?

Espero que si pues lo que te traigo hoy supondrá un gran cambio en tu forma de relacionarte y de percibir el mundo.

No te hago esperar más.

Ese sencillo paso es el perdón.

¿Qué esperabas?

El perdón es la llave de la felicidad y voy a explicarte porqué con un sencillo ejemplo.

Imagina cualquier situación de conflicto en tu vida. Toda situación de conflicto que esté presente en tu vida en este instante refleja una falta de perdón y ahora te voy a explicar porqué.

Conflicto, por definición es ausencia de paz. Conflicto implica que de alguna forma hay algo que estoy eligiendo en lugar de la paz.

Si el conflicto es con alguien de tu entorno lo que puedes estar eligiendo es que esa persona actúe por ejemplo de una manera diferente o que haga algo que tú crees que debería hacer o que piensas que si hace, o deja de hacer, te haría feliz. O que diga algo que necesitas oír.

En el caso de una situación es algo parecido. Si estás en conflicto eso implica que te estás oponiendo a lo que está sucediendo en este instante. Esa resistencia interna hace que vivas la situación con dolor porque la resistencia siempre implica tensión, y por lo tanto esfuerzo y sufrimiento.

No importa que el conflicto sea con una persona o con una situación, el hecho de estar en conflicto supone que crees que tu salvación, tu paz, se encuentra en que algo sea diferente.

El conflicto siempre adopta la fórmula de: «Si (esta situación, o esta relación, o esta persona) fuese diferente (actuase de forma diferente, cambiase), yo estaría en paz, sería feliz, estaría segura… (puedes poner aquí lo que crees que tendrías si la situación o la relación, o esa persona fuese diferente)».

Al mirar esa situación por lo tanto lo que percibes es que «falta algo«. Luego estás percibiendo carencia, necesidad, miedo. Estás percibiendo un vacío que tienes que llenar con lo que le pides a esa situación o persona.

Ese vacío responde a esa «percepción errónea de insuficiencias, de falta«. Y el dolor emocional asociado a esa sensación de vacío es la separación.

Si te das cuenta cuando te separas de algo se genera un espacio entre los objetos separados, una brecha, un vacío. Así que separación implica brecha, vacío.

Todo conflicto me muestra donde estoy eligiendo la separación.

Creer separado lo que se mantiene unido requiere de un gran esfuerzo.

Mantener la creencia en la separación en tu mente supone un gran esfuerzo por tu parte, y no está exento de sufrimiento.

Volvamos a esa brecha imaginaria (pero muy real para nosotros) e imagina que se trata de una herida.

Si la herida cierra en falso, seguirá habiendo un hueco, seguirá «faltando algo». Eso es lo que sucede cuando pretendes llenar ese vacío externamente a través de por ejemplo un cambio de comportamiento o de conducta tuyo o de los demás, de un cambio de hábitos. Cuando utilizas cualquier símbolo externo para taparlo como el dinero, éxito, reconocimiento, amor especial, comida, etc.

La única forma de que esa herida (que no es real, pero que pensamos que lo es) cicatrice es desde dentro.

Esa brecha entonces se irá cerrando a medida que permitas que Dios, el Amor, la Paz, vaya ocupando ese espacio vacío.

El perdón es lo que permite que esto suceda.

¿Cómo?

Si observas la definición del perdón en el Curso dice así: «el perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado y no hace nada. Observa, espera y no juzga«.

El perdón.png

Así que el primer paso es «observar«, me doy cuenta de que estoy en conflicto, que no estoy en paz. Si estoy en conflicto eso quiere decir que estoy percibiendo carencia, estoy percibiendo que me «falta algo». Estoy percibiendo una brecha, separación.

Lo que creo que me falta es Dios, el Amor, la seguridad, la dicha, la certeza, la paz.

Eso es lo que en verdad se esconde detrás de esa percepción de «falta», creo que me falta Dios y Sus dones. Creo que me he separado de mi Fuente, de mi esencia, de mi Ser, y que soy algo vulnerable, carente, insuficiente, un ser individual a la búsqueda de completarse.

Observo mis pensamientos de ataque, de victimismo, de culpa, de enfermedad, de carencia. Presto atención a mis juicios sobre mi mismo, sobre los demás, sobre Dios.

Si sólo los pensamientos amorosos son verdaderos y todo lo demás no es más que una petición de ayuda y curación, lo que en verdad necesito en este instante es precisamente esto: ayuda y curación.

Si estoy en conflicto me he puesto a mi mismo en una situación en que preciso ayuda y curación.

Así que puede que crea que lo que necesito es que hagas algo, o que esta situación que parezco enfrentar cambie, o que mi vida sea diferentes, o que esta enfermedad se cure, o que mi marido encuentre trabajo, o que sepa que es lo que tengo que hacer, que mi cuenta corriente esté boyante, etc…. pero lo que en verdad necesito es «ayuda y curación«.

La lección 251 del Curso dice: «No necesito nada más que la verdad«.

Busqué miles de cosas y lo único que encontré fue desconsuelo. Ahora sólo busco una, pues en ella reside todo lo que necesito, y lo único que necesito. Jamás necesité nada de lo que antes buscaba, y ni siquiera lo quería. No reconocía mi única necesidad. Pero ahora veo que solamente necesito la verdad. Con ella todas mis necesidades quedan satisfechas, mis ansias desaparecen, mis anhelos se hacen finalmente realidad y a los sueños les llega su fin. Ahora dispongo de todo cuanto podría necesitar. Ahora dispongo de todo cuanto podría querer. Y ahora, por fin, me encuentro en paz.

Y por esa paz, Padre nuestro, te damos gracias. Lo que nos negamos a nosotros mismos, Tú nos lo has restituido, y ello es lo único que en verdad queremos.

Esa «ayuda y curación» es el milagro que me recuerda la verdad. El milagro no hace nada porque en realidad no hay nada que hacer.

Lo que estoy percibiendo como «falta» no es real. Es una fabricación mental. Un error que simplemente hay que corregir.

Ni siquiera hay que cerrar esa brecha porque no existe. No hay falta, ni carencia, porque Dios nunca se ha separado de nosotros, y Su paz, Su Amor y todos Sus dones están disponibles para nosotros en este mismo instante, santo.

Así que volviendo al perdón: observo el error, la percepción de carencia, creo que me falta algo, creo que mi salvación, mi paz, depende de algo que no tengo, de algo que tengo que conseguir, de algo externo a mí, de algo que necesito que sea diferente. Condiciono mi paz a que ese suceso suceda. Me separo de esta forma de mi paz en este instante y la supedito a un suceso futuro. Digo «no puedo estar en paz mientras esto no sea diferente«.

Yo mismo me niego la paz.

Ese es el error, esa percepción de «falta» que responde a la creencia de que me he separado de la Fuente de la paz, del amor, de todo lo que deseo. Me he separado de Dios y esa separación, esa brecha es real y por lo tanto el pecado y la culpa también.

Cualquier punzada de dolor, de intranquilidad, por pequeña que sea es el testigo cruel de lo que he elegido creer en mi mente: soy culpable. Es el testigo de la separación que he hecho real en mi mente y proyectado en el mundo donde ahora creo ser un cuerpo, algo carente en busca de completarse a través de las relaciones o de otros símbolos a los que he dotado de ese significado. Un cuerpo que tengo que proteger y defender y cuyo bienestar es mi máxima prioridad.

Me he olvidado de que mi prioridad es la paz, no el bienestar del cuerpo. Mi prioridad es ser libre, no estar cómodo.

Me doy cuenta que necesito «ayuda y curación«. Es lo único que necesito.

Y la ayuda y la curación no pueden más que venir de mi maestro interno, del Espíritu Santo que guarda la memoria del amor en mi mente.

La ayuda es el milagro que no es más que un cambio de canal. Yo tengo el mando a distancia, soy mente, soy el tomador de decisiones en la mente, el observador. Doy un paso atrás (metafóricamente) y pido ayuda, un cambio de percepción del miedo, creencia en la «falta«, al amor, «el reconocimiento de que no me falta nada«.

Necesito el milagro, la corrección.

Acepto la curación.

Todo sucede en la mente. El error está en la mente, creencia en la separación, en la «falta», y la solución está en la mente también: la Expiación, el pensamiento que des-hace el error: la separación nunca fue real.

Espero a que esas brumas, esas sombras se desvanezcan. No son reales, son solo un espejismo, una ilusión.

Permito que Pensamientos Verdaderos (pensamientos amorosos) acudan en mi auxilio recordándome la verdad.

Espero, que es el segundo paso del perdón, que los milagros como gotas regeneradoras desvanezcan, en la quietud, las nubes de resentimientos que parecían ocultar la luz de mi conciencia.

Y no juzgo.

Observo mis juicios, mi diálogo mental, sin juicio. Presto atención a mis pensamientos, a mis resentimientos, a mi sentir, sin juzgarlos.

Me doy amor a mi mismo, a la parte de mi mente que se cree separada, incompleta, vulnerable y culpable.

No me juzgo por haber elegido el conflicto. Si el conflicto es juicio, no lo alimento y al no alimentarlo irá, al igual que un fuego al que no se le echa más troncos, perdiendo fuerza hasta disolverse en la nada de la que surgió.

Así que este es el paso de gigante que te pido hoy y que solo requiere de tu parte el mantenerte alerta.

Mantenerte alerta de cualquier punzada de dolor, de cualquier pensamiento de ataque, de el más mínimo conflicto, de toda sensación de necesidad o de falta en tu vida, y simplemente entregarlo a la Expiación en paz.

De esta forma estarás llevando el error, la percepción de falta que brota de la creencia en la separación, a la solución, la Expiación, el des-hacimiento del error. Las ilusiones a la Verdad, toda sombra u oscuridad a la luz.

Estarás manifestando que tu deseo, tu prioridad es la paz.

Que lo único que necesitas es la verdad.

Que no deseas otros dioses ni otro amor que el Amor de Dios.

Que la felicidad, la paz, son tuyas en este instante porque no depende de nada externo, sólo dependen de que recuerdes que «aún sigues siendo tal como Dios te creó«, y que «la luz, la dicha y la paz moran dentro de ti«.

Permite hoy que la luz tome el lugar de las tinieblas y te recuerde que estás nunca fueron reales.

Da este paso hoy y vuelve a Mí.

Feliz día. ❤

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PD: Si quieres profundizar en este camino de la paz y los milagros el próximo JUEVES 19 de ABRIL abrimos de nuevo las puertas de nuestro Taller de los Milagros para nuevas incorporaciones. Te espero en esta travesía del miedo al amor. 🙂

Puedes escuchar esta entrada en audio en este enlace:

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RETO DE LOS 90 DÍAS: INSPIRACIÓN DIARIA PARA EL PERDÓN, LA PAZ Y LOS MILAGROS (INSCRIPCIONES ABIERTAS). (Haz clic en la imagen para acceder a la información)

https://elcaminodelosmilagros.com/reto-90-dias/

PRÓXIMAS FECHAS TALLERES ON-LINE (A DISTANCIA) A TRAVÉS DE LA ESCUELA DE LOS MILAGROS:

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3 comentarios en “De las tinieblas a la luz

  1. ESTEL dijo:

    Me ha encantado este post. Llevo unos días deseando ahondar en el perdón, tal y como se enseña en El Curso. Tus palabras han respondido a mi anhelo. Gracias por ser un agente Divino! Un abrazo!

  2. Pingback: Esto no es real

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