Os dejo con la reflexión sobre la 20ª lección del Curso.
Puedes leer esta 20ª lección en este enlace: Libro de Ejercicios UCDM
LECCIÓN 20
ESTOY DECIDIDO A VER.
Lo primero que pienso al leer esta lección es que si estoy decidido a ver es porque ahora no estoy viendo: La idea de hoy implica tácitamente también que ahora no ves. Así que lo que yo creo que es ver, a través de los sentidos, no es a lo que se refiere esta lección.
Esta lección hace referencia a la visión, que no tiene nada que ver con formas.
En las lecciones anteriores ya hemos visto que cuando el Curso habla de ver habla de percepción y por lo tanto de significado. Todo es un pensamiento en mi mente, lo que creo que percibo como un mundo externo no son más que pensamientos. Pensamientos de ataque porque responden a un sistema de pensamiento de ataque, al sistema de pensamiento del ego que surgió como un ataque a Dios.
En la lección de ayer vimos que el propósito de estas lecciones es entrenar la mente para percibir de manera diferente. Para ver a través de los ojos de Jesús, de nuestro maestro interno que conoce cual es la diferencia entre la dicha y el pesar, el placer y el dolor, o el amor y el miedo.
Nosotros no sabemos la diferencia porque al habernos identificado con el ego y creernos un cuerpo, hemos convertido el bienestar de ese cuerpo en nuestra prioridad. Todo lo que suponga satisfacer las necesidades especiales de ese cuerpo creemos que nos aportará placer, o nos evitará el dolor, que nos traerá dicha y nos alejará del miedo.
Yo solía pensar que el que a la gente le gustase lo que escribía, que tuviese muchos «me gusta» en las redes sociales, o seguidores en el blog me aportaría felicidad. Que me daría una cierta reputación y seguridad, lo que repercutiría en dicha. Pensaba que si a la gente le gustaba lo que escribía eso haría que tuviese más personas interesadas en mis talleres, y por lo tanto más ingresos. Para mí eso era la felicidad, conseguir lo que yo creía que necesitaba.
De la mano de Jesús estoy aprendiendo a entregar esos deseos, esas necesidades y expectativas y de corazón pedir ver todo a través de sus ojos. Jesús sabe donde reside mi verdadera felicidad, sabe lo que realmente me traería alegría.
¿Has conseguido alguna vez algo que realmente deseases? ¿Cuanto te ha durado la felicidad?
Algo que estoy aprendiendo es que no se nos pide nada a cambio de la felicidad o la paz. Jesús no te pide que renuncies a ninguna de tus relaciones especiales. Este no es un camino de renuncia o sacrificio, aunque yo solía pensar que lo era. Y en ocasiones todavía me veo pensando que se me está pidiendo algo a cambio de mi paz, o de mi felicidad.
Pero eso es debido a que mi mente todavía se muestra indisciplinada, todavía permito que el mundo dicte mi estado de ánimo. Todavía deseo algo diferente de la visión. Todavía creo que necesito algo diferente de la Verdad.
Esta lección me recuerda que en el fondo deseo la salvación. Deseo ser feliz. Deseo la paz.
Aunque todavía confunda la causa y la ponga en el mundo, y no en mi mente.
Esa es la razón por la que necesito seguir entrenando, necesito una estructura, porque mi mente precisa disciplina. Es como un niño travieso que pasa de un juguete a otro, que se distrae, que se deja tentar por el mundo y sus colorines. Sigue buscando la felicidad en la siguiente relación, en el siguiente juguete.
Necesito recordar que mi deseo es ver. Y que como dice esta lección: «Con tu decisión de ver, se te concede la visión«.
Necesito recordarlo, tenerlo presente, para que esa idea vaya calando en mi mente y al igual que la gota que cae sobre un mismo punto vaya formando un surco que profundice en mi mente.
Estoy decidido a ver.
Estoy decidido a ver.
Estoy decidido a ver.
Estoy decidido a ver porque quiero aprender donde reside mi felicidad. Hasta ahora creía que estaba en el mundo, en esta relación, en este trabajo, en el dinero, o en un cuerpo sano. Pero eso nunca me trajo felicidad, siempre había miedo.
Quiero aprender donde reside mi paz, yo pensaba que en que todo estuviese tranquilo. Como en el chiste decía: «Virgencita, virgencita, que me quede como estoy». Pero el miedo seguía susurrándome al oído: esto a lo que has supeditado tu paz mañana puede cambiar.
Estoy decidido a ver.
Estoy decidido a ver.
Estoy decidido a ver.
Ver a través de los ojos de Jesús es darme cuenta de que la realidad no es lo que mis ojos me muestran, la realidad no es lo que percibo afuera, sino Su amor por mí. Siempre tengo Su amor. No importa lo que suceda, siempre puedo recurrir a Su amor. Siempre puedo desear Su amor.
Y cuando me aquieto y pido ver, cuando me muestro decidida a ver, recuerdo Su amor.
Puedo ver todo de otra manera, cualquier situación que me perturbe, cualquier persona que parezca atacarme o tratarme injustamente, cualquier comportamiento que esté percibiendo como una amenzada para mi felicidad. Todo puede transformarse en un instante si recuerdo que estoy decidido a ver. Que ese es mi deseo, y que nada puede oponerse al poder de mi deseo.
Si percibo ataque, ese es mi deseo.
Si percibo que estoy siendo tratado injustamente, ese es mi deseo.
Si percibo dolor, ese es mi deseo.
Si percibo carencia, ese es mi deseo.
Si percibo falta, ese es mi deseo.
Si percibo cualquier cosa que no sea amor: una petición de amor, o una expresión de amor, ese es mi deseo.
Todo responde a mi deseo.
Verás lo que desees ver.
Ahora estoy aprendiendo la verdadera ley de causa y efecto tal como opera en el mundo.
Mi deseo es la causa, y lo que veo es el efecto.
Si no me siento completamente feliz es porque todavía deseo algo que no es perfecta felicidad. Todavía deseo algo del mundo, algún símbolo que estoy utilizando como un sustituto del Amor de Dios.
Por eso preciso de entrenamiento, y cada vez que me permito ser enseñada voy afianzando mi confianza en Su amor.
Mi deseo ahora está cambiando, esa es la razón de que el Curso llegase a mi vida. Es mi respuesta al deseo de ver algo diferente.
Si estás leyendo esta entrada ese también es tu deseo.
No hay casualidades, todo responde a tu deseo.
Que la quietud del Cielo envuelva hoy tu corazón.
Feliz día. ❤
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