Os dejo con la reflexión sobre la 14ª lección del Curso.
Puedes leer esta 14ª lección en este enlace: Libro de Ejercicios UCDM
LECCIÓN 14
DIOS NO CREÓ UN MUNDO SIN SIGNIFICADO.
La lección de hoy es la respuesta a una pregunta que en muchas ocasiones nos hemos hecho cuando vemos alguna noticia en la televisión, cuando sucede alguna catástrofe, o cuando nuestra vida no parece discurrir por los caminos que nos gustaría: ¿Cómo puede Dios permitir que pasen estas cosas?
Bueno, pues la respuesta es la lección de hoy: NO LO PERMITE.
Es una respuesta que puede que no nos guste, incluso puede que nos rebelemos contra ella y que despierte ira y enfado.
DIOS NO LO PERMITE PORQUE DIOS NO CREÓ UN MUNDO SIN SIGNIFICADO.
Dios no sabe nada de guerras, de asesinatos, de violaciones, pero tampoco de amaneceres, de playas paradisíacas o de cuerpos hermosos.
Dios no creo el mundo.
Puedo notar la resistencia al escribir estas palabras.
Sin embargo esto es lo que Jesús nos enseña en el Curso: no dualismo puro.
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios.
Esta primera sentencia encierra toda la metafísica del Curso.
Lo único real es el conocimiento que «está regido por una sola ley: la ley del amor o Dios».
Dios es.
Lo irreal es «el mundo de la percepción, el mundo del tiempo, de los cambios, de los comienzos y de los finales. Se basa en interpretaciones, no en hechos. Es un mundo de nacimientos y muertes, basado en nuestra creencia en la escasez, en la pérdida, en la separación y en la muerte. Es un mundo que aprendemos, en vez de algo que se nos da; es selectivo en cuanto al énfasis perceptual, inestable en su modo de operar e inexacto en sus interpretaciones».
Ese es el mundo que Dios no creó, un mundo sin significado y por lo tanto irreal.
El mundo que percibimos y que consideramos nuestro hogar está sujeto a interpretaciones, no hay dos personas que vean el mismo mundo. Si lo que observas está sujeto a interpretaciones no puede ser verdad.
Dios es, y nada más es.
Así que si nuestra paz y felicidad depende de lo que suceda en el mundo, tenemos un problema, porque de lo único que podemos estar seguros en este mundo ilusorio del ego es de que cambiará.
No hay ningún tipo de seguridad en algo cambiante.
Incluso aunque podamos tener una felicidad pasajera, por ejemplo cuando las cosas van como nosotros queremos, en el fondo seguimos teniendo miedo porque en algún nivel sabemos que estamos caminando por un puente colgante que no ofrece ninguna seguridad.
En la última lección hablaba del ego como un muñeco de nieve, algo que necesita del frío, del miedo para poder mantenerse. En presencia del amor, del calor, ese «ser» desaparece, se deshace.
El ego es nuestro falso yo.
El ego no es lo que somos, hay otro yo real que no tiene nada que ver con el mundo ni con el cuerpo. No puede ser atacado, no puede sufrir ni experimentar dolor. Es inmortal, invulnerable, pleno, inmutable, constante. No conoce límites. No sabe de pérdidas. Es completo, no hay ninguna «falta» en él. No conoce el sacrificio.
No puede ser tocado por nada de este mundo.
El cuerpo claramente si puede ser tocado por algo de este mundo, puede ser atacado, asaltado, violado, puede ser masacrado, insultado, vejado. Puede ser herido, mutilado. Puede enfermar. Puede incluso morir.
Al poner en práctica lecciones como la de hoy puede que sientas que negar esas situaciones es insensible. Negar las guerras, el cáncer, nuestro «repertorio personal de horrores» como dice esta lección. Negar el sufrimiento, el dolor.
Eso sólo demuestra lo apegados que estamos a nuestra identidad y a nuestra forma de ver el mundo, aunque lo que estemos haciendo es condenando y condenándonos a nosotros mismos a algo vulnerable y negando nuestro ser real que no puede ser afectado por nada de esto.
Curiosamente nuestra inversión en el dolor, el sufrimiento, la pérdida, nos parece más sensible…
Nos parece más «humano»…
Y ciertamente es más «humano», pero no hay nada de divino en ello. 😉
Es más «humano» porque nos mantiene apegados a un identidad personal.
Hay una pregunta que plantea Gary Renard en su libro: Las vidas en que Jesús y Buda se conocieron. Dice así: ¿Qué pasaría si no importara lo que ocurre en el mundo? Esto es una herejía para el ego, pero ¿qué pasaría si realmente no importase? ¿Qué pasaría si pudieses ser feliz, sentirte fuerte y mostrarte pacífico independientemente de lo que ocurre en el mundo? Eso sería verdadero poder. Sería verdadera fuerza y libertad, sería verdadera espiritualidad.
¿No seríamos en ese caso verdaderamente útiles? ¿No actuaríamos guiados por el amor en lugar de por el miedo contribuyendo de esta forma a la solución en lugar de seguir echando leña al fuego del problema?
La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar al odio; solo el amor puede hacerlo. ~ Marthing Luther King.
Dios no creó un mundo sin significado.
Dios no creó un mundo de ilusiones, «mundo que es necesario defender sin descanso precisamente porque no es real«.
Dice en el prefacio:
El mundo que vemos refleja simplemente nuestro marco de referencia interno: las ideas predominantes, los deseos y las emociones que albergan nuestras mentes. «La proyección da lugar a la percepción». Primero miramos en nuestro interior y decidimos qué clase de mundo queremos ver, luego proyectamos ese mundo afuera y hacemos que sea real para nosotros tal como lo vemos. Hacemos que sea real mediante las interpretaciones que hacemos de lo que estamos viendo. Si nos valemos de la percepción para justificar nuestros propios errores – nuestra ira, nuestros impulsos agresivos, nuestra falta de amor en cualquier forma que se manifieste – veremos un mundo lleno de maldad, destrucción, malicia, envidia y desesperación. Tenemos que aprender a perdonar todo eso, no porque al hacerlo seamos «buenos» o «caritativos», sino porque lo que vemos no es real.
Estamos tan apegados a nuestra identidad personal que llevar a cabo este trabajo puede ser muy difícil y despertar miles de resistencias. No somos conscientes del miedo que le tenemos a Jesús, al amor, de cuanto queremos seguir teniendo razón en lugar de ser felices.
En los momentos en los que el miedo surja es bueno tener presente lo que nos dice esta lección: «Más no se te dejará ahí (en el miedo). Irás mucho más allá de él, pues es hacia la paz y seguridad perfectas adonde nos encaminamos«.
Estas lecciones tienen que despertar ansiedad y miedo porque desafían todo aquello que te has enseñado a ti mismo, incluyendo quien crees ser. Así que van, de hecho, a despertar ansiedad y resistencia.
Jesús es consciente de eso y quiere hacerte consciente de ello.
Durante todo el tiempo que estoy escribiendo esta reflexión soy consciente de la ansiedad que está presente, y del miedo saliendo a la superficie.
Perdonar es mirar al ego sin juicio, pero hay que mirarlo. Eso es incómodo. Y no podemos hacerlo solos, necesitamos ayuda, y una Ayuda que conoce la salida. Así que en algún momento tendremos que valorar más la verdad que la comodidad, sino nunca llevaremos a cabo este trabajo.
Porque este trabajo no es cómodo.
Pero afortunadamente, y esto ha sido mi experiencia siempre, no estamos solos. Hay Alguien a nuestro lado que nos ayuda en el proceso. No podríamos llevar a cabo este trabajo si no fuese por esa mano amiga que nos sostiene cuando el miedo parece atenazar nuestro corazón, cuando todo parece tornarse oscuro, cuando parece que no hay salida. Esa Ayuda siempre está presente, de ahí que sea muy importante desarrollar esa relación con Jesús o con tu maestro interno, con el Espíritu Santo.
Esa Voz que te calma y te susurra: Estoy aquí. No hay nada que temer. Estás a salvo, incluso en medio de la mayor tormenta.
Ese faro que ilumina y nos recuerda el camino de vuelta al Hogar.
Jesús nos dice: «Si, va a ser difícil, van a surgir resistencias, y por momentos será incómodo, pero no te voy a dejar solo ni un solo instante. Yo te guiaré a través de todo esto».
Esa ha sido y sigue siendo mi experiencia.
Así que el objetivo de Jesús, del Espíritu Santo, es ayudarnos a escapar del mundo de los sueños, del mundo que Dios no creó, enseñándonos cómo cambiar nuestra manera de pensar, y cómo corregir nuestros errores de percepción.
Y eso lo hacemos cada vez que nos tomamos el tiempo para practicar con la idea de hoy:
Dios no creó [especifica el desastre], por lo tanto, no es real.
Dios no creó un mundo sin significado.
Que la quietud del Cielo envuelva hoy tu corazón.
Feliz día. ❤
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