Hoy quiero hablar de dos lecciones del Curso que resumen todo el trabajo del mismo. Nos explican cual es la razón de que sigamos en conflicto y nos señalan la puerta para la paz.
Estas última semanas he sentido el leer las lecciones en voz alta, y grabarlas para poder escucharlas una y otra vez.
El ego es la decisión de olvidar, de olvidar nuestra verdadera naturaleza, de olvidar que somos mente, espíritu, y que podemos elegir. El ego es nuestra decisión de olvidar, como estas lecciones nos enseñan, cual es el problema o donde se encuentra, y de esta manera que se haga imposible el solucionarlo.
Me gusta escucharlas en audio y por esa razón he ido grabando algunas de las lecciones del libro de ejercicios. Si te parece interesante que las comparta, házmelo saber en los comentarios. De momento en esta entrada os comparto las lecciones 79 y 80 juntas.
La claridad de estas lecciones es tan abrumadora, que solo con aceptar lo que en ellas se recuerda, la paz tendría que ser inevitable. Sin embargo, las resistencias a aceptar lo que en ellas se nos recuerda hace que sigamos creyendo en la existencia de problemas.
Lo primero para poder resolver un problema es saber cual es el problema, o donde se encuentra. Nuestra percepción es que los problemas están en el mundo, en nuestras finanzas, nuestras relaciones, en nuestro cuerpo, o en otro cuerpo, en los telediarios, en los políticos, en las escuelas, en nuestro pasado, en el futuro, etc.
Te invito a que dejes de leer, cojas papel y lápiz y escribas una lista de aquellos que consideras son tus problemas en este instante. Con total honestidad. ¿Cuales son tus problemas en este instante? ¿Cuales son los conflictos que mantienes? ¿Cuales tus preocupaciones? Es fácil porque suelen estar en tu cabeza dando vueltas sin descanso, o en las conversaciones que escuchas, o en lo que lees en las redes sociales.
Toma papel y lápiz y escribe cuales crees que son esos problemas.
Estas lecciones nos dicen que solo hay un problema, aunque en el mundo parecen ser muchos. Jesús es consciente de esto cuando nos recuerda:
En este mundo cada cual parece tener sus propios problemas». «El mundo parece presentarte una multitud de problemas, y cada uno parece requerir una solución distinta». «Nadie podría resolver todos los problemas que el mundo parece tener. Estos parecen manifestarse en tantos niveles, en formas tan variadas y con contenidos tan diversos, que crees enfrentarte a una situación imposible.
¡Que levante la mano el que alguna vez haya pensado en tirar la toalla porque cuando parece que un problema desaparece, rápidamente otro toma su lugar!
Dice la lección: «Tal como los percibes, el desaliento y la depresión son inevitables«.
Oh si, ¡AMEN!
Si te das cuenta Jesús nos da una pista cuando nos dice: «tal como los percibes…» así que el problema está en cómo los percibimos. No está en lo que nosotros creemos que es el problema, sino en cómo los percibimos.
Esta es una idea fundamental del Curso que aparece una y otra vez: nuestro único problema es un problema de percepción. Es nuestra percepción la que está equivocada, de ahí que lo que tengamos que sanar no sean nuestras finanzas, o nuestros cuerpos, o la economía, o el planeta, etc…sino nuestra percepción.
Es nuestra percepción la que tiene que ser corregida.
De ahí que en las lecciones de hoy se nos diga: «No puedes resolver un problema a menos que sepas de qué se trata«.
Si piensas que el problema está ahí afuera, si piensas que el problema es algo de lo que has escrito en tu papel, no has reconocido «cuál es el problema», y por lo tanto no podrás resolverlo.
Piensa en un árbol cuyas raíces están podridas. Puede que pienses que el problema está en una rama porque la fruta está podrida, y cortes esa rama, pero el problema no está ahí así que por mucho que podes las ramas mientras no actúes al nivel de las raíces no solucionarás el problema.
En el capítulo 27 en la sección VII, el soñador del sueño se nos recuerda:
«Sufrir es poner énfasis en todo lo que el mundo ha hecho para hacerte daño«.
Ahí están tus problemas tal como los percibes, esos problemas son lo que el mundo, tu infancia, educación, tu alimentación, tu pasado, tu adn, tu país, tu cuerpo, tu jefe, tu trabajo, etc han hecho para hacerte daño.
«Él (el soñador del sueño) es la víctima de ese «algo», una cosa externa a él, por la que no tiene que sentirse responsable en absoluto«.
El ego es precisamente el pensamiento de que estoy aqui pero no soy responsable de eso (ahí están mis padres que me tuvieron).
«Su ataque contra si mismo, no obstante, aún es evidente, pues es él el que sufre. Y no puede escapar porque ve la causa de su sufrimiento fuera de sí mismo (en el mundo). Ahora se te ha mostrando que sí puedes escapar. Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido«.
La única manera de escarparnos de este sistema de pensamiento es ver el problema tal como es.
Luego continúa:
«¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad es muy simple, pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación, concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? Sin las nubes, el problema se vería en toda su elemental simplicidad. La elección, entonces, no sería difícil porque una vez que el problema se ve claramente, resulta obvio que es absurdo. Nadie tiene dificultad alguna en dejar que un problema sencillo sea resuelto si ve que le está haciendo daño y que se puede resolver fácilmente«.
Y el problema, tal como es, es un problema de percepción.
Así que si no vemos el problema tal como es, un error de percepción, «incluso aunque se haya resuelto, lo seguirás teniendo porque no reconocerás que ya se ha resuelto«.
Esto me recuerda al chiste del borracho que buscaba las llaves debajo de la farola cuando en realidad las había perdido en la entrada de su casa. Todos pensaríamos que es absurdo buscar las llaves donde estas no se han perdido. Y le sugeriríamos, de la misma forma que Jesús lo hace con nosotros, que las buscase donde estás se habían perdido.
No encontraba las llaves, la solución, porque no estaba buscando en el lugar adecuado lo que hacia que la solución, aunque ya estaba ahí porque las llaves seguían en la entrada de su casa donde se le perdieron, no fuese reconocida.
¡Y podía pasarse toda la vida buscando debajo de la farola sin encontrar la solución que ya estaba ahí!
Ummm, esto me recuerda a alguien…. 😉
Ese problema de percepción, que es el único que hay, es el problema de la separación como se nos recuerda en estas lecciones y en el Curso. Es nuestra decisión de estar separados, de percibirmos como un cuerpo separado al que le suceden cosas contra su voluntad, en lugar de como el soñador del sueño con capacidad de elegir.
La percepción no es un hecho, es una elección. Es una decisión.
Si te fijas en los problemas que has escrito en tu hoja, o en cualquier problema en el que puedas pensar, hay un elemento común, tú. ¿Quien es el yo que está enfermo? ¿Quien es el yo que tiene problemas con su jefe? ¿Quien es el yo que tiene miedo del futuro? ¿Quien es el yo que fue abandonado en su infancia? Ese yo siempre es el cuerpo.
Luego nuestros problemas, tal como los urdimos, tienen el propósito de apoyar la creencia en la separación, atacarnos al negar nuestro santo Ser, y mantenernos separados del Amor de Dios.
Todos nuestros problemas, tal como nosotros los percibimos, tienen ese propósito y por lo tanto son intencionales (con una intención o propósito). No son al azar, están ahí como una barrera, una defensa contra el Amor, contra Dios.
Hay una escena de la película de Come, Reza, Ama que he visto muchísimas veces pero ayer tuve una comprensión diferente de ella.
Todos nuestros problemas, los juicios que emitimos, los resentimientos que albergamos, las historias que nos seguimos contando y rumiando están ahí como una defensa, una barrera que mantenga a Dios, o al Universo (como lo quieras llamar), a raya. Somos conscientes de que si liberamos ese espacio, Dios se colaría a través de esa puerta abierta. El Amor inundaría nuestra mente y eso nos aterra.
En mi caso hasta que no empecé a practicar con el curso no me di cuenta de la tremenda resistencia, del miedo, pavor, que le tenemos a esa unión.
Si no me crees, siéntate en silencio por media hora, ¡que media hora, por cinco minutos! y verás la cantidad de pensamientos que cruzan tu mente, tu deseo de escapar de ahí, de volver a tus actividades, de distraerte. La tensión y la ansiedad, que no son más que miedo, que brotan. 🙂
Pero no hay que asustarse: «No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad» (T.16.IV.8.1)
Vamos paso a paso. No vamos desde el ser al Ser. El ser se va transformando desde alguien culpable, temeroso, deprimido o enfadado hasta un ser tranquilo, más bondadoso y alegre. Aprendemos a ser pacientes y amables con nuestros egos y con los de los demás.
Hoy te invito a escuchar y a poner en práctica estas lecciones.
Observa tus resistencias a lo que en ellas se muestra y estate dispuesto a estar equivocado para poder ser feliz.
Un solo problema, una sola solución.
Que la quietud del Cielo envuelva hoy tu corazón.
Feliz día. ❤

Puedes escuchar las lecciones 79 y 80 en este audio:
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Puedes escuchar esta entrada en este audio:
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2 comentarios en “Un solo problema, una sola solución”