«El conflicto termina cuando puedes escuchar a alguien desde una posición no defensiva, de aceptación profunda y amor, desde una posición que esté más allá del «yo tengo razón y tú no», una posición desde la que puedas honrar y permitir plenamente su experiencia presente de la vida, por muy absurdas o crueles que te suenen sus opiniones. El conflicto termina cuando estás abierto a que se considere que te equivocas, aunque estés casi seguro de que eres tú el que lleva la razón. El conflicto termina cuando dejas de fingir que tienes todas las respuestas, y, en vez de eso, escuchas, escuchas de verdad.
~ Jeff Foster ❤

En todos los juicios que yo hago sobre ti, hay un juicio sobre mí mismo…Y ambos son igualmente ciertos o falsos. Mientras piense que yo estoy en posesión de la verdad y tú no lo estás, crearé separación, desigualdad y estableceré las bases para que el sufrimiento se instale en mi vida. Lo mismo ocurre si pienso que tú posees la verdad y yo no.
La realidad es que ambos poseemos una parte de la verdad y una parte de ilusión. Los dos miramos al mismo elefante, pero tú ves la cola y yo veo el tronco. Cuando se mira por separado, la cola y el tronco parecen que no tienen nada en común. Sólo cuando se ve la totalidad del elefante es cuando la cola y el tronco unidos, cobran sentido. No importa cuanto me esfuerce, me es imposible ver el significado de tu parte. La cola no comprende ni el porqué, ni la razón del tronco. La única forma en la que admitiré tu experiencia es aceptarla como cierta, de la misma manera que acepto la mía como tal.
Debo dar la misma credibilidad a tus percepciones que a las mías. Hasta que no establezcamos esta igualdad, la semilla del conflicto permanecerá entre nosotros. No es necesario que diga que tú tienes razón y que yo estoy equivocado. No necesito reemplazar mi verdad por la tuya, o vivir mi vida según tus premisas. ni tampoco es preciso que diga que tú estás equivocado y que insista en que debes vivir tu vida según mis condiciones. Estas exigencias provienen de la inseguridad y de la falsa creencia de que, para amarnos los unos a los otros, debemos estar de acuerdo. No es cierto.
Para amarte debo aceptarte tal y como eres. Es lo único que debo hacer. ¡Pero eso es mucho! Aceptarte a ti tal y como eres, es una proposición tan profunda, como aceptarme a mí mismo tal y como soy. Es una tarea formidable, dada mi poco experiencia en este campo.
Permitir que tengas tu experiencia es el principio. Aprendo a respetar lo que piensas y sientes incluso cuando no me gusta o no estoy de acuerdo con ello. Incluso aunque me disguste.
En lugar de hacerte responsable del dolor que siento con relación a ti, aprendo a enfrentarme a mi propio dolor. Mi reacción a tu experiencia -positiva o negativa- me proporciona información sobre mí mismo.
El compromiso conmigo mismo y contigo es trabajar con mi propio dolor, no responsabilizarte a ti de él.
Sólo cuando te devuelva el don de tu propia experiencia, sin importarte mis propios pensamientos y sentimientos sobre ella, te amaré incondicionalmente.
Cuando acepte tu experiencia tal cual es, sin sentir la necesidad de cambiarla, te respetaré y te trataré como a un ser espiritual.
Mis pensamientos y sentimientos tienen importancia en sí mismos, pero no como comentarios o acusaciones a tu experiencia. Al comunicar lo que pienso o siento sin hacerte responsable de mis pensamientos o sentimientos, acepto mi propia experiencia y permito que tú tengas la tuya.
En las relaciones, al igual que en la conciencia, las dos caras de la moneda deben ser aceptadas como iguales. Una persona no superará el conflicto hasta que la experiencia de ambas haya sido respetada.
La cuestión no es nunca el acuerdo, aunque lo parezca. La cuestión es: ¿Somos capaces de respetar nuestra experiencia mutuamente?
Cuando sentimos que la otra persona nos acepta tal y como somos, tenemos la motivación para adaptarnos el uno al otro. Adaptarse es hacerle al otro un lugar junto a nosotros; es no imponerse ni que se nos impongan.
Una vez que se llega a la adaptación, ambas partes moran juntas. El hombre y la mujer, el blanco con el negro, el rico con el pobre, los judíos con los cristianos. Aceptar nuestras diferencias es honrar la humanidad que tenemos en común, es bendecir mutua y profundamente la experiencia que compartimos.
De modo que la cola y el tronco discutirán hasta ponerse morados y ninguno de los dos ganará la discusión. Ambas experiencias son igualmente válidas. Al permitir que esto sea posible, el elefante empieza a cobrar forma. Al aceptar la validez de tu experiencia sin intentar cambiarla, sin intentar que sea algo más parecida a la mía, mi propia experiencia empezará a adquirir un mayor significado. Cuando te contemplo como a un igual y no como a alguien que precisa ser educado, reformado o determinado, el significado de nuestra relación se revela por sí mismo. Cuando se le da la bienvenida a cada parte, el todo empieza a tomar forma y resulta más fácil comprender y apreciar el significado de las partes.
Un mundo que pretende conseguir un acuerdo, encontrará conflicto y sectarismo. Un mundo que proporciona un espacio seguro a la diversidad, encontrará la unidad esencial para convertirse en entero. Frente a los opuestos tenemos dos opciones: resistirlos o abrazarlos. Si los resistimos, provocaremos un conflicto entre el yo y el otro. Si los aceptamos, los integraremos como agentes dinámicos y originaremos una transformación alquímica en el interior del yo.
Fuente: Paul Ferrini, El Despertar
¿Qué significa honrar la experiencia de alguien? ¿Puedo permitirte que pienses lo que piensas y sientas lo que sientes ahora mismo? ¿Puedo permitirte que expreses tu experiencia libre y abiertamente delante de mí? ¿En que momento hago que lo que dices, piensas y sientes no esté bien? ¿En que momento entro en guerra contigo?
Si me dices que tengo el pelo púrpura, no me hace daño. Sé a ciencia cierta que no hay ni un ápice de verdad en tus palabras. Si me dices que soy un bicho raro porque tengo cinco piernas, no me hace daño, porque veo que tus palabras son absurdas. Pero si me dices algo que pone en peligro una imagen real que tengo de mí, bueno, ahora sí veo que hay cierta verdad en tu comentario.
La cuestión es: cuando te hace daño lo que alguien te ha dicho, ¿por qué te afecta? ¿Por qué te enfadas tanto? ¿Qué estás intentando defender? ¿Qué imagen de ti se siente amenazada? ¿Qué pensamientos y sentimientos indeseados aparecen en ese momento en el espacio que eres? Fíjate en lo rápido que aparecen el impulso de no sentir esas olas…, acompañado del imperioso impulso de defenderte o atacar.
¿Es posible, en medio de ese acaloramiento, en vez de apresurarme a defender una imagen de mí que siento amenazada, encontrar un lugar donde haya una aceptación profunda de todo lo que aparece justo ahora? ¿Puedo simplemente considerar este momento como una gigantesca invitación a una aceptación profunda? ~ Jeff Foster, La más profunda aceptación. ❤
Hoy quiero compartir un vídeo y una canción que ha creado bastante controversia debido a la imagen de su intérprete, Conchita Wurst.
Creo que refleja muy bien la aceptación de las diferencias y el respeto a la diversidad, y como todo ello tiene que surgir de la profunda aceptación de uno mismo. ❤
Fotografía: Gregory Colbert
¡Felices vacaciones a todos! 🙂

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Me encanta este artículo,pero me siento ta
n pequeña ante el desafío
Bueno Selma, es normal ya que estamos programados para lo contrario, para juzgar y atacar. Se trata de un entrenamiento mental, de ir haciendo musculo. Y lo que necesitamos para ello es voluntad de aprender, desear como prioridad la paz interior. 😊