La primera vez que nos vimos

la primera vez que nos vimos

Temas: Confianza, El guión, Miedo a la pérdida, Defensas, Relaciones, Tiempo, Control, Momento Presente, Deseo, Frustración, Perdón.

Género: Romance. Comedia. Fantástico | Viajes en el tiempo. Comedia romántica. Comedia juvenil

Tras pasar una velada maravillosa con la chica de sus sueños, Avery, el joven Noah intentará, con la ayuda de un fotomatón mágico que lo envía al pasado, volver a revivir una y otra vez la noche que conoció a Avery hasta que consiga enamorarla. (FILMAFFINITY)

Cuando sentí ver esta película pensé: ¿Seguro? No creo que me vaya a gustar. Luego empecé a verla y seguí dudando: ¿Seguro que tengo que verla? No me gusta el protagonista y no acabo de ver cual es el mensaje para mí en este instante. Pero he aprendido a confiar en la guía interna y a dejarme llevar por su sabiduría así que decidí seguir adelante y verla. ¡Y al final entendí porqué tenía que verla!

Esta película es una metáfora del despertar al amor a través del perdón y el desarrollo de la confianza.

Un símbolo perfecto de que la salida del laberinto del tiempo lineal no pasa por cambiar el guión sino por permitir que todo sea como es, abriéndonos a la guía interna y confiando en que todo pasa por una razón. Razón que quizás en este instante no entendamos, pero como me pasó a mí al empezar a ver la película, ese propósito siempre es nuestra felicidad. Siempre.

La mente que no ha sanado está encerrada en un bucle de pasado-futuro como le pasa al protagonista de esta película Noah. Él está en una búsqueda del amor en la forma de Avery, y tiene como propósito conseguir enamorarla, para lo cual cree que tiene que cambiar y convertirse en la persona que ella desea. «Seré el hombre de tus sueños», dice en un momento de la película.

Pero haga lo que haga no consigue que Avery no acabe con Ethan.

El deseo de «obtener» algo de los demás, ya sea amor, reconocimiento, seguridad, o simplemente gustarle, nos lleva a la frustración una y otra vez porque estamos negando el amor en nosotros. Si espero algo de ti tengo que estar viéndote como un cuerpo, y por lo tanto creyendo que soy un cuerpo negando el Ser que compartimos. Al negar el Ser que compartimos estoy negando la felicidad en este instante. Estoy alejando al amor de mi conciencia, me estoy defendiendo de él utilizando algún símbolo del mundo como su sustituto.

Las relaciones especiales en manos del ego son los sustitutos del Amor de Dios. En manos del Espíritu esas mismas asignaciones se convierten en nuestro salón de clases porque nos permiten sacar a la luz nuestros miedos.

La frustración, la desesperación, siempre son señal de que estamos yendo por nuestra cuenta, que estamos intentando controlar las circunstancias y a las personas por un deseo egoísta de no afrontar el vacío interior. Todos los intentos de escapar de ese vacío son inútiles.

Sólo cuando estamos dispuestos a entregar nuestros deseos y expectativas y elegir el amor en este instante en lugar del miedo, que en forma de competencia nos lleva a la creencia de que el otro tiene algo que nosotros no tenemos, y a abandonar la creencia en la pérdida, el milagro sucede.

Esto está muy bien reflejado con la película en el momento en que Noah vuelve a la fiesta con el disfraz de Cupido, un símbolo de su deseo de elegir el amor en lugar del miedo que había estado guiando su vida hasta ese momento. Ese deseo de elegir el amor hace que empiece a ser consciente de los testigos del amor, que siempre estuvieron presentes.

Solo cuando su deseo cambia, lo hace su percepción.

Ves lo que esperas ver, y esperas ver aquello que invitas. Tú percepción es el resultado de tu invitación, y llega a ti tal como la pediste. ¿De quien son las manifestaciones que quieres ver? ¿De qué presencia quieres convencerte? Pues creerás en aquello que manifiestes, y tal como contemples lo que está afuera, así mismo verás lo que está adentro. En tu mente hay dos maneras de contemplar al mundo, y tu percepción reflejará el asesoramiento que hayas elegido. (T-12.VII. 5)

El Curso describe el perdón como:

El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada….observa, espera y no juzga.

El perdón total es vivir en la conciencia del momento presente, en el instante santo, donde no existe ningún deseo de volver atrás o tener ningún control sobre el guión.

Y esta película es un símbolo perfecto de esa decisión de vivir el perdón como nuestra única función aquí renunciando a cualquier otra que pensásemos nos iba a aportar felicidad.

Al final de la película una pregunta surgió en mi mente: ¿O juzgas, o confías?

Cada vez que algo suceda que pienses que debería ser diferente, piensa en este símbolo, en esta película y recuerda: puedo juzgar o puedo confiar. Esa es mi elección. Puedo elegir juzgar esta situación, o puedo elegir confiar en que La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad, y esto, aunque quizás no lo vea en este instante, está apoyando ese propósito.

Abréte a la confianza y permite que esta película te recuerde que el perdón es la llave de la felicidad.

Que así sea.

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Puedes ver el trailer aquí:

Se encuentra en el catálogo de Netflix.